sábado, 20 de diciembre de 2014

Hombres, mujeres y niños (Men, women and children, 2014)


Vaya con Jason Reitman. Después de marcarse dos películas tan interesantes como Gracias por fumar y Juno y otra casi magistral como Up in the air, por alguna razón que no se comprende ha ido cayendo poco a poco en la indiferencia o directamente la desidia creativa. Primero fue Young adult, después la tremendamente decepcionante y aburrida Una vida en tres días (ni la gran Kate Winslet la salvaba) y ahora completa el trío de naderías con Hombres, mujeres y niños.
No se trata de que la idea tras la película sea mala o los diálogos no sean interesantes o los personajes no resulten creíbles. Al contrario, el libreto de Reitman y Erin Wilson está bien escrito, las conversaciones entre los personajes son buenas y sin duda hay momentos realmente logrados, pero todo es un dejà vu gigantesco en el que los tópicos se suceden sin cesar y sin emoción ninguna. Además la película tiene una duración excesiva. Casi dos horas no eran necesarias para contar estas historias cruzadas sobre padres, hijos y amores de toda clase, y el ritmo lo nota, resintiéndose continuamente. El interés de las historias no es el mismo en todos los casos tampoco y algunas quedan descolgadas del resto (caso de la del matrimonio Truby).
Así, la cinta consigue remontar gracias al excelso trabajo de sus actores y especialmente sus actrices. Rosemarie DeWitt está estupenda, como en La boda de Rachel, Judy Greer es otra de estas intérpretes, como DeWitt, que debería trabajar más y merece más atención, y EmmaThompson hace un excelente trabajo en la narración. Jennifer Garner, a lo tonto y habiendo dejado atrás muy sabiamente sus intentos iniciales de convertirse en horoína de accion en Elektra y demás, se está convirtiendo en una actriz dramática también bastante interesante. Muy meritorio también es el trabajo de los jóvenes intérpretes, sobre todo de nuevo las actrices. Tanto Kaitlyn Dever (atención a sus cara a cara con Garner) como Elena Kampouris (ver su conversación con sus padres y un médico en el hospital) y Olivia Crocicchia (que recuerda a Mena Suvari en American Beauty) pasean buen hacer y entusiasmo a raudales. Ansel Egort está un poco soso aunque tiene momentos de brillantez también, como todo el tercio final, y desprende mucha naturalidad. Entre los actores, el más certado sin duda es Dean Norris, absolutamente extraordinario en la escena en que discute con Elgort.
En definitiva, una película pasable que hubiera dado para mucho más en manos de responsables más acertados.

Lo mejor: Las actrices y la idea, más que su desarrollo
Lo peor: Lo larga que es y lo descompensadas que están las historias

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