viernes, 19 de diciembre de 2014
St. Vincent (2014)
Está claro que los tipos cascarrabias tienen un encanto especial cuando son retratados en el cine (en la vida real me da que no tanto...). Al menos, siempre que se les dedica una película, el resultado suele ser de lo más tierno, entretenido y, aunque pueda parecer mentira, emotivo. Pasó,por citar un ejemplo muy conocido, con aquel Melvin al que dio vida magistralmente Jack Nicholson en Mejor...imposible y vuelve a pasar con el personaje de Bill Murray en St. Vincent.
St. Vincent es una comedia divertida que nunca cae en el chiste fácil y un drama que no necesita de momentos lacrimógenos o terribles desgracias para resultar emocionante. Estamos de acuerdo todos en que no inventa la pólvora. Al contrario, es un conjunto andante de todos los tópicos que normalmente pueblan esta clase de producciones: hombre maduro desastroso, malhablado, pasota, maniático, egocéntrico y mil cosas más; niño encantador que entiende mejor al hombre que todos los adultos; madre con problemas; cierto nivel de tragedia... todo se ha visto ya antes, sin duda. Pero Theodore Melfi sirve la comida en bandeja de plata, en forma de tragicomedia, o comedia dramática, que inspira sonrisas y desprende encanto por sus cuatro costados. Se le puede reprochar el ligero traspié de ritmo del primer tercio o lo poco que aprovecha el libreto la parte más puramente trágica de la historia, pero las frases que recitan los personajes son tan maduras, chispeantes e inteligentes que hay que rendirse ante el talento que rezuma. Y hay momentos que pondrán el nudo en la garganta a más de uno (el final, principalmente).
Por supuesto, la película no sería lo que es sin Bill Murray. El de Illinois ha encontrado pareja para su magistral creación de Lost in translation. En un tour de force d elos que ya no se ven, Murray regala otra interpretación de antología en la piel de este particular "santo" que es Vincent, ofreciend un arco cómico y dramático (incluso en los créditos) que merece premios y reconocimiento para él como uno de los mejores actores del mundo, que es lo que es. No podemos olvidar tampoco a una inédita y maravillosa Naomi Watts, casi irreconocible y realizando un trabajo cómico y vocal inmenso, o a una voluntariosa Melissa McCarthy a quien sin embargo le cuesta encontrar el sitio entre el desbordante talento de Murray y Watts. el pequeño Jaeden Lieberher, por su parte, es el perfecto compañero de aventuras del protagonista de Los cazafantasmas.
En definitiva, una más que notable película que roza el sobresaliente y se va de cabeza a la lista de lo más satisfactorio y buenrollista del año.
Lo mejor: Bill Murray, apoteósico de principio a fin, y lo tierna que resulta sin necesidad de exagerar
Lo peor: Le cuesta un poco arrancar y la parte dramática está poco explotada
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario