domingo, 21 de diciembre de 2014

PABLO LÓPEZ, el hombre del piano


Esta es la historia de un sábado de no importa qué mes, y de un hombre sentado a un piano de no importa qué viejo café [...] el más joven maestro al piano vencido por una mujer ...

Tales eran las palabras que cantaba Ana Belén en su versión en español de la célebre Piano Man que hizo eterna Billy Joel, uno de los mayores maestros al piano y la voz que ha dado la música contemporánea, quizás solo igualado por Elton John.

Pablo López hace tiempo que ha dejado atrás los cafés para cambiarlos por estadios, salas de conciertos y teatros. No sabemos si lo ha vencido una mujer o muchas. Eso queda para su ámbito privado. Lo que sí está claro es que es un hombre vencido por un instrumento y por la música en su máxima expresión, en todo el maravilloso sentido de la palabra. No es, como dice en su canción Dónde, un mercenario en cada escenario, sino más bien un poeta del amor y de la melodía, un siervo de la sensibilidad y las escalas, tocadas con rabia y sentimiento con ese piano que siempre le acompaña y que toca con fuerza, sentado o de pie, sin dejar de emocionar a su público con esa voz deliciosa de sorprendentes agudos y marcada personalidad. Es un artista el malagueño que hace magia con las palabras, las teclas y la voz, y no hay mayor regalo que ese para los oídos atentos y receptivos.

Ayer en el Teatro Auditorio Ciudad de Alcobendas se vivió una muestra más de ese inmenso talento del malagueño. Comenzó el espectáculo como empezó la andadura de Once historias y un piano, casi a solas, sin apenas luz,  tocando Vi a modo de intro para después unirla con Lluvia en el cristal. De su hasta ahora único álbum sonaron todas las canciones excepto Todo, una pena, pues es una de las favoritas de quien esto escribe. Pero allí estuvieron La mejor noche de mi vida (una canción que habla de la importancia de los momentos, como el que se vivió en el teatro madrileño), la sensible Ella, No me arrepiento ("Insulten a su suegra en la cena de Navidad, no pasa nada", bromea Pablo), Te espero aquí, El amor se olvidó de nosotros (otro de los momentos álgidos) o Dónde (otra de las más coreadas, como todos los singles) hasta acabar con Suplicando, la descarga de adrenalina perfecta para acabar el concierto con el público en pie. Entre canción y canción Pablo habla mucho con el público, interactúa con él, cuenta anécdotas, bromea y sobre todo muestra una enorme complicidad con su banda, sus amigos, sus músicos, quienes lo acompañan en la carretera y la vida. Félix Fanlo, Patxi Urchegui, Vicen Martínez y Kim Fanlo, ex Nena Daconte y productor de Pablo, son una extensión más del malagueño en el escenario, formando con él un conjunto de músicos estupendos que tocan, como el propio Pablo dice, pop con toques románticos, pero como si estuvieran actuando en un bar a altas horas de la madrugada.

No se conforma Pablo con desgranar el repertorio de su disco en su edición inicial. También obsequia al respectable con algunos de los bonus tracks de la reedición publicada en este 2014, canciones igualmente maravillosas que suenan espectacularmente bien en directo. Algunos de los momentos mas emocionantes de la noche se alcanzaron cuando el artista tocó No soy de nadie, alargada incluso para mantener más tiempo la emoción creada entre cantante y público, Dímelo tú, Trece (canciones ambas, en palabras del músico, para amarse y celebrar el amor y la felicidad) y otra de las mejores canciones escritas por Pablo, Callado.

La mayor ovación de la noche se la lleva siempre Mi casa, una preciosa balada que Pablo interpreta solo al piano y que conecta con el drama de los deshaucios en nuestro país. Después de interpretarla, el músico tiene que esperar unos minutos antes de continuar porque el público no cesa de aplaudir la perfecta ejecución del malagueño. Fue también el primer bis de la noche en Alcobendas, que continuó con otro tema reivindicativo, El mejor momento, coreada por un público entusiasmado y entregado. El broche final llegó, para tristeza de los asistentes y a la vez regocijo por el nivel de la calidad del espectáculo, con una sobrecogedora versión del Show must go on de Queen que unió a la perfección con la versión, ya en eléctrico, de su tema fetiche Vi, con el respetable una vez más en pie.

Pablo es, como decía, la canción, un joven maestro al piano que ha llegado para quedarse y vencer. Ya ha vencido, de hecho. Ya ha ganado. Ha ganado un sitio en los corazones de todos los que se rinden a su música.
Por muchos años.

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