miércoles, 22 de octubre de 2014

Un viaje de diez metros (The Hundred-Foot Journey, 2014)


Un viaje de diez metros es una de esas películas diseñadas de principio a fin para poner una gran sonrisa en la cara y sobre todo en el corazón del espectador. Eso es lo que es, lo que pretende y lo que logra sin lugar a dudas.
No es perfecta. Le sobra sin duda el metraje en su última media hora una vez Hassan toma la decisión clave de la película y el ritmo se vuelve un poco cansino (¿cuántas escenas hay en el último tercio de esas que tienen olor a final?). Vamos, que podrían haber contado lo mismo con menos vueltas y aligerando, porque la idea tampoco se sostiene bien más allá de los 90 minutos. Pero el resultado es tan encantador, tan tierno, tan entrañable y tan hermoso que cualquier espectador sin prejuicios contra las películas buenrollistas debería rendirse a los pies de Lasse Hallström y su troupe indofrancesa. Por cierto, muy curiosa la carrera del realizador sueco. De intensos dramas o "dramedias" como Las normas de la casa de la sidra, Atando cabos o Chocolat ha pasado en los últimos años a dedicarse casi en exclusiva a adaptaciones de Nicholas Sparks o filmes llenos de buenas intenciones y mensajes de amor como Hachiko, La pesca del salmón en Yemen o este.
Además, Hallstrom es un maestro del plano alejado de los actores y de la luz y los colores (excelente fotografía de Linus  Sandgren) y maneja a la perfección la combinación de humor y emotividad de esta historia de culturas que chocan y terminan por entenderse con el roce diario. También dirige a sus actores con mano experta, sacando lo mejor incluso de los niños, matizando a Helen Mirren en una actuación que la excelente actriz británica puede hacer hasta con los ojos cerrados, dando cancha a Om Puri para que se convierta en el principal atractivo cómico de la película y sobre todo perdiéndose con la cámara en los ojos de Manish Dayal. El actor es todo un descubrimiento, con esa mirada llena de sinceridad y determinación.
¿Que ya lo hemos visto todo mil veces? Sí. ¿Que el final se adivina antes siquiera de comprar la entrada? También. ¿Que no es la obra maestra del siglo? Pues no. Pero sí es posible que acabe cambiando la vida de alguien y se convierta en una de las películas favoritas de muchos, porque lo que hace es repartir entusiasmo y felicidad, y eso, en unos tiempos como los que vivimos, no tiene precio. Bravo.

Lo mejor: El buen rollo que desprende y la interpretación de todos los actores, especialmente Mirren, Dayal y Puri.
Lo peor: Es demasiado larga y otras cintas similares en fondo y forma han funcionado mejor.

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