martes, 17 de abril de 2012

Los Juegos del Hambre (The Hunger Games, 2012)


Tras ver Los Juegos del Hambre, no cabe sino hacerse varias preguntas.
La primera es: ¿Por qué los medios de comunicación son tan dados a comparar? ¿Por qué casi siempre es injusta dicha comparación? ¿Y por qué, Dios mío, se compara esta historia con Crepúsculo? Porque la saga de Suzanne Collins y la de Stephanie Meyer se parecen como un huevo a una castaña... Quien vaya buscando una ñoñez sin intensidad ni intriga ni tensión no saldrá satisfecho de Los Juegos del Hambre. Quien busque que la historia de amor sea el único motor de la trama, quedará decepcionado. Así que, por favor, comparaciones las justas, porque sólo el hecho de pretender que ambas sagas se parecen en algo es herir el sentido común. ¿Que ambas son fenómenos de fans adolescentes? Vale. Pero ahí se acaba la similitud.
La segunda pregunta es: ¿Cuánto dañada está la industria del cine como para que un artesano como Gary Ross se haya apuntado a hacer ésto? Pues probablemente bastante. Porque por mucho que se pueda suponer que Ross quedó encantado con el encargo, seguramente no se habría planteado saltar al blockbuster si hubiera podido continuar filmando sus películas de autor, como Pleasantville o Seabiscuit. Aun así, y aunque se aprecia claramente que éste no es su campo de juego (la cámara, en ocasiones, se le mueve demasiado e impide ver con claridad la acción. A veces se trata de una acción consciente para "dulcificar" la violencia o poner al espectador en la piel de los protagonistas, pero en otras es simplemente torpeza), se agradece que Ross apueste por una narrativa visual muy artesana, muy clásica, que en ningún momento atropella la acción.
 
¿Tiene la película una de las mejores bandas sonoras del año? Pues seguramente sí. James Newton Howard es un genio, como ya demostró en sus partituras para M. Night Shyamalan, pero aquí se sale literalmente del mapa, con unas notas cargadas de emotividad, tensión y sentimientos que potencian y engrandecen unas imágenes que quizás por sí solas no resultarían tan impactantes. Ayuda también la fotografía de Tom Stern, de colores oscuros, la dirección artística (estéticamente horrible, pero éso es lo que se pretendía... a través de ella y del vestuario se aprende mucho sobre este mundo de Panem) y el maquillaje. Lástima que no se pueda decir lo mismo de los efectos visuales, algo de andar por casa a la hora de recrear el fuego.
Y la pregunta más importante de todas... ¿Es Los Juegos del Hambre una buena película? Rotundamente sí. En un panorama de literatura y cine juvenil tan sumamente plano y simplón, se agradece enormemente que haya una historia que apunte directamente a este demográfico, pero apueste por introducirlos, aunque sea de forma superficial, en los mundos autoritarios, violentos y llenos de rabia y dolor que tan bien describieron Orwell, Huxley o Alan Moore en V de Vendetta. Al fin y al cabo, estamos hablando de adolescentes que han de matarse unos a otros. Ross pone en imágenes tal planteamiento de forma mucho más intensa, dramática, e incluso violenta de lo que cabía esperar. Hay multitud de escenas de enorme tensión, sangre, drama, muerte, y una sensación de que realmente te están contando algo, de que queda algo después de verla.
Y todo quedaría en agua de borrajas si no fuera por la presencia de excelentes secundarios como un soberbio Stanley Tucci, Woody Harrelson, Donald Sutherland, Toby Jones o Wes Bentley, que arropan con esmero a la pareja protagonista. Josh Hutcherson es puro carisma y simpatía, y Jennifer Lawrence, simplemente soberbia, podría contarle un par de cositas sobre la actuación a una señorita llamada Kirsten y apellidada Stewart (que ya veremos qué hace con esa Blancanieves guerrera).
Ojalá la suerte esté de su lado, porque palos le van a llover de todos lados. Y por una vez, serán injustos.
Para los que lo disfrutemos, bienvenidos a los Juegos de Hambre.

Lo mejor: Jennifer Lawrence y toda la segunda hora de película. Sin más.
Lo peor: No es una obra maestra, y queda la sensación de que en manos de un director más experto en este tipo de filmes podría haberlo sido.

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