miércoles, 14 de marzo de 2012

Blancanieves (Mirror Mirror, 2012)


Si algo ha quedado claro en la historia de la ficción, ya sea escrita o puesta en imágenes, es que no hay versión sacrosanta ni canónica de ninguna historia. Sin ir más lejos, el cuento de Blancanieves (sí, ese que se hizo inmortal gracias a la obra maestra de Walt Disney, y en cuyo original la "dulce" Blancanieves condena a la Reina al final a morir horriblemente torturada por zapatos de hierro al rojo vivo...) ha tenido o tendrá hasta tres versiones distintas en este 2012. Pues el azar y la casualidad (o quizás la premeditación pura y dura?) han hecho coincidir en televisión la serie Once Upon a Time, y en cine las películas de Rupert Sanders y Tarsem Singh. Y mientras que la de Sanders parece que ofrecerá una Blancanieves guerrera y un tono más gótico y adulto (o no, teniendo a Kirsten Stewart de protagonista...), la de Tarsem Singh es, simple y llanamente, una algarabía de película. Y una algarabía consciente, además.
Sin duda, los más fervientes admiradores del director indio se llevarán las manos a la cabeza al ver que éste se ha "vendido" al cine más puramente comercial, y que esta vez su realización no es la principal protagonista de su película. Es cierto. Esta vez, la paleta visual de Singh es menos intensa y apabullante que de costumbre. Por supuesto, ahí sigue esa fotografía tan característica, colorista a más no poder, que da un acertado aire de cuento al relato, y también se deja ver la singular habilidad del realizador en algunos planos de excepcional belleza, como el de la Reina entrando por el espejo. Pero sin duda, quienes deseen ver las maravillas (algunos dirían excesos, sin duda) visuales del Singh de La celda, The Fall o Immortals, saldrán decepcionados.
Lo que se den cuenta de que estamos hablando de Blancanieves y le perdonen al indio haberse pasado al cine comercial, van a encontrarse con una auténtica gozada. Y con muchas sorpresas.  Una gozada, porque es maravilloso deleitarse en el trabajo póstumo de vestuario de Eiko Ishioka , en los fondos digitales, la ya mencionada fotografía colorista o el excelente trabajo de decoración. La historia, además, entretiene a raudales y da bastante más de lo que cabría esperar en un principio. Pero sobre todo, Blancanieves (Mirror mirror), y ahí viene la sorpresa... es una comedia. Y una de las mejores que quien firma ha tenido ocasión de ver en mucho tiempo. Desmitificando muchas de las idas más románticas del cuento original, la película es una carcajada constante que sin duda hará llevarse las manos a la cabeza a los puristas, pero que es un absoluto disfrute para espectadores desprejuiciados. Es una parodia que sabe que lo es, y es consciente de sus limitaciones. No se toma en serio en ningún momento y se agradece, pero sí se preocupa por homenajear el original y respetar sus bases.
Y esa comicidad es lograda en gran parte por los actores. Decir que Julia Roberts disfruta como Reina Malvada es quedarse muy corto. La novia de América se ríe de sí misma, del cuento y de lo que se le ponga por delante, y su entusiasmo se contagia inevitablemente al espectador. Con Nathan Lane, excelente como siempre, forma una dupla cómica para el recuerdo. Armie Hammer también de muestra carisma y sentido del humor como para parar un tren. Y Lily Collins, aunque comienza bastante perdida, sin saber muy bien dónde mirar ni qué hacer, va ganando confianza con cada minuto. Sin embargo, tiene el peor personaje de la película, y contra éso poco puede hacer. Y qué decir de ese maravilloso grupo de actores que dan vida a los enanos, y que están maravillosos. A ver si con un poco de suerte, gracias a esta película y al éxito de Peter Dinklage en Juego de Tronos, se deja de considerar a los actores enanos sólo para papeles de enanos, y comenzamos a valorarlos como profesionales al mismo nivel o superior que todos los demás....
Verdaderamente, si la película no merece la nota más alta es porque sucumbe al ridículo espantoso con ese epílogo final-musical, pero todo lo demás raya lo excelente. Podrá gustar o no, pero no se le debería negar a Tarsem Singh la valentía con la que ha hecho esta película, dándole la vuelta al cuento y riéndose de él.... pero sin dejar de ser cuento.

Lo mejor: Julia Roberts, Nathan Lane y el sentido del humor.
Lo peor: El bailecito final, y la cierta sosería de Lily Collins.

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