Hace medio siglo, películas como Australia, Cold Mountain o esta War Horse habrían entusiasmado a las plateas de todo el mundo. Sin embargo, ahora, dejando al margen sus defectos (que las tres tienen), la crítica las menosprecia y el público no se entusiasma. ¿Qué ha pasado? ¿Es peor el cine hoy que entonces? ¿O es que las personas somos menos ingenuas, más cínicas y ya estamos muy acostumbradas a ver casi de todo en una pantalla? Pues probablemente es éso... porque War Horse es una cinta con todos los ingredientes que la habrían hecho triunfar en otra época: historia melodramática, superación personal, canto a la amistad, animales, bellos paisajes, factura impecable, ambientación bélica... Así pues, ¿qué ha fallado?
A estas alturas, hablar de la pericia tras la cámara de Steven Spielberg es innecesario. El Rey Midas es uno de los más hábiles narradores de todos los tiempos, un pintor de imágenes, un realizador con una elegancia innata en su planificación que otros jamás tendrán. War Horse es un plato visual de maravilloso gusto, todo elegancia (como digo) y belleza, gracias a la colaboración de Spielberg y Janusz Kaminski en la fotografía (que homenajea por partes a David Lean, a John Ford y, muy claramente al final, a la mítica escena de Vivien Leigh de Lo que el viento se llevó. Ya sabe, la de "A Dios pongo por testigo..."). La primera hora es simplemente perfecta. El final roza también esa perfección. Y todo el conjunto desprende una emotividad apabullante, y una clara añoranza de un cine más elemental, más primario, más cercano a las emociones de la gente.
Sin embargo, la película tiene un enorme problema (aparte del posible rechazo inicial de las audiencias), y es que es indudablemente demasiado larga. Las historias de los dos hermanos alemanes y la niña y el abuelo franceses resultan demasiado extendidas y alargadas en pantalla, ralentizando un ritmo hasta entonces estupendo. 35 minutos menos y podríamos estar hablando de una casi obra maestra... pero ese exceso de metraje lastra el conjunto de forma muy notable.
Gracias a Dios, Peter Mullan, Emily Watson, todos los jóvenes actores, y muy especialmente Benedict Cumberbacht y Jeremy Irvine (será una estrella) dan lo mejor de sí mismos, componiendo un exquisito reparto.
Y sí, está muy dicho que recuerda enormemente a Ford, Lean, Lo que el viento se llevó y en general a todo el gran cine del Hollywood clásico. Pero no creo que sea injusto ni pesado recordarlo. Porque éso es lo que ha pretendido Spielberg al adaptar esta novela. Homenajear el cine con el que él creció. Un cine que, para bien o para mal (depende de cada espectador) ya no se hace.
Lo mejor: La primera hora, Jeremy Irvine y su sabor clásico. Y la secuencia de Joey en las trincheras, un prodigio de dirección de Spielberg.
Lo peor: Es sin duda demasiado larga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario