miércoles, 1 de abril de 2015

La serie Divergente: Insurgente (The Divergent series: Insurgent, 2015)


Es fácil ver por qué en general se está considerando que Insurgente es mejor que su hermana mayor Divergente.
Va más al grano, lógico teniendo en cuenta que es una segunda parte y por tanto no tiene tanto que explicar ni tantos personajes que presentar al espectador. Es más espectacular y posiblemente entretenida, y desde luego está mejor hecha. Robert Schwentke es superior como director a Neil Burger, maneja muy bien la acción y además cuenta con mejores medios técnicos (atención a las alucinantes secuencias de la simulación de Tris, verdaderamente impresionantes).
Sin embargo, Insurgente tiene varios problemas demasiado graves como para darle más nota que un aprobado. El primero es un aviso para los fans de las novelas: esta película es bastante bastante diferente a la novela. Tan diferente, de hecho, que cuesta imaginar ahora cómo van a hacer las cosas en Leal Partes 1 y 2, el cierre de la saga. El segundo problema es la muy repetitiva y anodina estructura narrativa del guión. Continuamente se suceden las mismas cosas: calma, ataque, huida y vuelta a empezar. Una y otra vez. Y además no existe ninguna tensión en las escenas más allá del nervio que les imprime Schwentke, y de nuevo falla la película, como su predecesora, en plasmar la emoción y la sensación de peligro que sí tienen las novelas de Veronica Roth. El espectador está prudentemente alejado en su butaca y no existe implicación entre él y los problemas de los personajes. El guión, además, se inventa lo que quiere y cuando quiere, dedica gran parte del metraje al misterio de la dichosa caja (que jamás apareció en los libros) y termina resultando hasta aburrida, sobre todo en su segunda mitad. El enfrentamiento entre Tris y Jeanine es demasiado largo y, de nuevo, no posee un verdadero interés emocional, y el que tiene le es otorgado por la efectista música de Joseph Trapanese. Por otro lado, los personajes de Octavia Spencer y Ray Stevenson son meros comparsas, algo especialmente grave en el caso de Stevenson, pues su Marcus Easton sí es un personaje bastante importante en las novelas.
Entre los actores, el más acertado sigue siendo Theo James, el único que encaja todo el rato en el personaje y en el tono de la película. Naomi Watts parece algo perdida, como si la cosa no fuera mucho con ella. Miles Teller tiene demasiado pocas oportunidades ara demostrar su enorme carisma (no se lo pierdan en Whiplash, por favor), aunque cuando aparece se come a todos los que tiene cerca. Ansel Elgort sigue resultando algo inexpresivo y soso, aunque es cierto que Caleb Prior también es así. Shailene Woodley está más cómoda como Tris aquí que en Divergente, pero sigue teniendo demasiados ratos de mirada alucinada perdida en el horizonte y otros en los que intenta emocionar a toda costa y no lo logra (ver la confesión de Tris bajo los efectos del suero de Verdad). Y Kate Winslet... pues Winslet sigue un poco con el piloto automático puesto, como tantas y tantas maestras de la interpretación (la más reciente Meryl Streep en Into the woods) cuando hacen cine puramente comercial, pero aporta más esta vez que en Divergente (ver las escenas de la simulación con Tris) y lo cierto es que es un gusto verla en la pantalla.
En definitiva, una cinta correcta pero poco más, que igual satisface más a los que no sepan nada de las novelas que a los fans de la prosa de Veronica Roth.

Lo mejor: La dirección muy energética de Robert Schwentke, su superior factura técnica y el entretenimiento que ofrece.
Lo peor: No emociona, no interesa, no entusiasma, no pone nunca toda la carne en el asador.

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