viernes, 20 de marzo de 2015

EL LENGUAJE DE TUS OJOS: Mirar, amar, vivir


El lenguaje de tus ojos, versión de Amelia Ochandiano para Teatro de la Danza del texto original de Pierre de Marivaux, se estrenó en el Festival de Cáceres en junio de 2014 y fue recibida con cierta tibieza en las críticas posteriores a su representación en tierras extremeñas.

Ocho meses e imaginamos que no pocos sinsabores después (por el IVA cultural del 21% que ahoga al sector y por lo difícil que es poner en pie una obra de teatro en los tiempos que corren, tan desamparada anda la cultura por obra y gracia de nuestras autoridades),  el equipo a las órdenes de Ochandiano ha llegado al Matadero de Madrid para compartir con el público de la capital esta historia, cómica y dramática al mismo tiempo, de enredos, amores secretos, amistades amenazadas por los celos y corruptelas diversas en el ámbito político (¿les suena?).

Para quienes vieran la obra en sus inicios (esta servidora, en el Festival de Alcalá), una de las cosas que más llama la atención de El lenguaje de tus ojos en la actualidad es lo matizada y en última instancia mejorada que está la obra. No es que antes no fuese buena, que lo era y mucho, sino que se nota mucho el casi año de gira constante por España y las funciones acumuladas. La función está mucho más hecha, más segura, rueda sola con su propia maquinaria y funciona a la perfección como solo las obras con mucho y buen rodaje por los escenarios más diversos pueden tenerlo. En definitiva, verla ahora supone una experiencia mucho más gratificante que en sus inicios porque hay una sensación de conjunto muy bien ensamblado, de confianza absoluta entre los que están encima y detrás del escenario y de compromiso absoluto con el material que tienen entre manos: es muy bueno, lo saben y lo defienden como tal.

El texto sí es el mismo, y sigue tan brillante como siempre. Ochandiano no es, como se comentará después, solo una enorme directora de actores, sino además también una excelente traductora. Suya es la versión del texto que se representa en , y cualquiera que sepa un poco del tema (quien esto firma tiene en su haber un master en Traducción Literaria) se dará cuenta de que ha creado un libreto verdaderamente maravilloso que cumple con lo que se había propuesto Ochandiano: que el público no pierda de vista que la época en la que sucede la historia no es la actual y que se encuentra mirando cual voyeur un ambiente aristocrático, y que a la vez el lenguaje no suene pasado ni antiguo, dificultando su comprensión.

Si buscan una obra que los entretenga, los divierta, los emocione y les haga olvidarse de sus problemas durante dos horas, El lenguaje de tus ojos puede muy bien ser su obra. Esperen a desternillarse con las ocurrencias del pícaro Arlequín o de su resabiada novia Luisita, reconozcan (o reconózcanse a sí mismos, quién sabe) en los tejemanejes de Federico por el poder a muchos de los que gobiernan hoy en día, emociónense con los sentimientos a ocultar por parte de Hortensia y Lelio, una desdichada pareja de enamorados que no pueden amarse sin traer desastrosas consecuencias para un reino y para ellos mismos, y sufran con el dolor de la princesa de Barcelona. Deleiten sus oídos con la voz de Cristina Castaño cuando canta para el público asistente.  O dejen que sus ojos se maravillen con la excelsa escenografía cinegética tan simbólica y con las coreografía y movimientos escénicos, también creados por Ochandiano, que acometen los seis actores con encomiable dedicación y a veces sufrimiento (que se lo digan a Itziar Atienza, inolvidable Hortensia, quien tuvo un serio percance con uno de los bancos que obligó a suspender una función debido a la lesión que se produjo). Sea cual sea su interés no saldrá decepcionado, pues es una función que tiene de todo y para todos, que emociona, que divierte, que entretiene y que reflexiona muy valiosamente sobre aquello que se quiere decir y no se dice, sobre lo que transmiten las miradas cuando las palabras callan y sobre el precio de todas las cosas, desde la dignidad a la amistad pasando por supuesto por el amor, fuerza motora de casi todo en las páginas de Marivaux.



Y sobre todo caigan rendidos si así lo desean a los pies de los seis actores que pone sobre las tablas Ochandiano y de cómo los mueve y lleva la directora con esa mano maestra que tiene para ello. Rebeca Valls, Beatriz Bergamín y Jacobo Dicenta andan inmersos en otros proyectos y no han podido llegar a Madrid con la gira, pero no se desanimen si les encantaron en los primeros compases de la gira. Itziar Atienza es un regalo del cielo en la piel de Hortensia, como lo era Valls. Es sin duda una de las favoritas del público que llena cada noche el Matadero, y no es por casualidad, porque Atienza es una mezcla sobresaliente de dulzura, talento cómico y enorme carisma. Mariola Fuentes, quien recoge el testigo de Bergamín como Luisita, tiene un registro vocal y un físico ya de por sí enormemente adecuados para la comedia. Rezuma simpatía por los cuatro costados, imprime una comicidad abrasiva en cada frase que pronuncia y es relevante incluso cuando parece que no está, medio trepando escondida por detrás de la escenografía. Juanjo Cucalón, por su parte, está simplemente enorme en la piel de Arlequín, divertido, sin pasarse un pelo, nada histriónico, encantador y tierno también.

Entre los veteranos de la función, Juan Gea está simplemente soberbio en la piel de un personaje que mira solo por sus propios intereses amparado en la bandera del bien común. Iker Lastra es el prototipo de perfecto galán clásico y resuelve muy bien la dificultad de interpretar al que quizás, por exigencias de la historia, es el personaje de inicio menos definido y mas misterioso. Y qué decir a estas alturas de Cristina Castaño, una actriz que tiene una capacidad abrumadora e inagotable para ser creíble en cada cosa que haga, que mira de una forma sobrenatural, que transmite y dice todo incluso cuando calla (¿han visto qué silencios hace? magistral), que proyecta la voz como nadie (¿han escuchado, eternos enemigos de los actores que han alcanzado la fama por la televisión que los machacan sin piedad cuando vuelven al teatro?) y que realiza un trabajo maravilloso en cada una de las etapas por las que pasa su personaje: la ingenua y emocionada enamorada del principio, la mujer dolida y traicionada del segundo acto y la gobernante dura pero eminentemente buena del final.. Pasará el tiempo y la gente hablará de Castaño quizás no con la misma reverencia como hoy se habla por ejemplo de Nuria Espert, pero sí como una de esas actrices que consiguen lo más difícil, que es gustar a todo el mundo y ser alabada y reconocida allá donde vaya como una profesional del más alto nivel. Porque Cristina Castaño es una de las mejores actrices de este país, de su generación y de cualquier otra. Poco más hay que decir.

Quedan tres funciones de El lenguaje de tus ojos en Madrid. Háganse un favor. No se lo pierdan. y si ya han ido, repitan. ¿No se puede decir con un par de ojos todo lo que se quiere? Sí, si eres Amelia Ochandiano y su maravilloso equipo.


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