domingo, 22 de febrero de 2015

El libro de la vida (The book of life, 2014)


En una suerte de anticipación al largamente acariciado proyecto de Pixar sobre el Día de Muertos, El libro de la vida ahonda en las tradiciones y la mitología aztecas acerca de la Muerte y sus personajes sucedáneos, mezclando amor, amistad, rivalidades, toreo y la eterna búsqueda del destino y el propio camino para ofrecer un resultado que queda a medio camino entre Hércules (no me digan que Xibalba y La Muerte no les recuerdan a Hades y demás dioses de la cinta de Disney, por no mencionar la búsqueda de Manolo de su propia identidad como ser humano, muy similar al del héroe tebano) y el mito de Orfeo y Eurídice. Dicho sea de paso, la película no es demasiado original en nada y no presenta ni una gran historia ni tampoco un guión que merezca la pena recordar por siempre con cariño. Lo que sí es novedosa es su animación, fantástica y colorista como la que más (a ratos parece casi una película de las que filma Guillermo del Toro, su productor, en imagen real; atención a toda la secuencia en el Reino de los Recordados), y ese sabor rabiosamente mexicano de toda la propuesta, pese a presentarse en inglés mayoritariamente y con bandera estadounidense. El respeto y cariño hacia las tradiciones del país norteamericano son contagiosos y el espectador permanece fascinado por la gracia, el encanto y la simpatía de personajes y propuestas creativas durante todo el metraje.
Los momentos más bajos son los de las canciones (¿qué necesidad había de que fuese un musical?), que ralentizan el ritmo de la película, pero se le puede perdonar aunque objetivamente la historia que se nos cuenta no sea gran cosa, porque El libro de la vida es imaginativa, encantadora y brillante de sobra como para recomendar su visionado.

Lo mejor: La animación, su gran encanto y la fascinación que siente y transmite hacia México y sus tradiciones.
Lo peor: No le hacía falta ninguna ser un musical... y no nos engañemos, la historia no es nada del otro jueves.

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