jueves, 8 de enero de 2015

Invencible (Unbroken, 2014)


¿Lo escuchan? Son los tambores de guerra, acercándose, acechando, tocados por una buena parte de la crítica dispuesta a despellejar a Angelina Jolie por haberse atrevido a dar el salto a la dirección y por ser una sex-symbol durante muchos años.
Después de un debut discreto con En tierra de sangre y miel, la flamante señora de Pitt apuesta a caballo ganador con una historia de tantas de superación humana y de loa al espíritu conciliador del hombre. Olía a premios, los premios que por ahora no está recibiendo, y con toda la justicia del mundo, porque Invencible es una película pasable y poco más. Y que conste que no es por culpa de Jolie. Sin necesidad de ser ninguna virtuosa de la cámara, lo cierto es que la oscarizada actriz de Inocencia interrumpida no dirige nada mal. Maneja a sus actores con brío (especialmente a Jack O'Connell, que está estupendo en la piel de Louie Zamperini) y tiene un estilo poco claro y en absoluto innovador o personalísimo pero más que correcto para un film de estas características. El problema es la película en sí. O más que la película, el guión. Escrito por unos tales Richard LaGravenese, Ethan Coen y Joel Coen (¿les suenan de algo?), el libreto es frío y poco emocionante, y eso es ciertamente grave teniendo en cuenta que se trata de la historia real de un atleta olímpico que es capturado en la Segunda Guerra Mundial y torturado en un campo de prisioneros japonés. Pase lo que pase en pantalla el espectador se queda frío durante demasiados minutos. Porque son demasiados. Se va Jolie más allá de las dos horas para contar esta historia, extendiendo innecesariamente partes como la de la odisea a la deriva por el océano de Zamperini y sus dos compañeros. Así, Invencible queda al final como una película más o menos correcta, con un buen nivel de producción y una directora voluntariosa, pero bastante plana en su descripción de los hechos y con poca capacidad emotiva.
Próxima parada: By the sea. Jolie y Pitt juntos y revueltos de nuevo, él como productor, ella como directora y ambos como protagonistas. Veremos qué sale de ahí.

Lo mejor: Jack O'Connell y la recreación del campo de prisioneros.
Lo peor: No aporta nada nuevo ni al biopic ni a las historias sobre presos políticos y solo emociona al final, cuando se recurre a imágenes de archivo y rótulos para explicar el final de la historia.

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