domingo, 21 de septiembre de 2014
La gran seducción (The grand seduction, 2013)
La gran seducción, remake del film francés de 2003, es una correctísima comedia para pasar un rato entretenido en compañía de muchos personajes entrañables y un ambiente de lo más tierno y amable. Es una de esas películas que celebran el espíritu de lo humano, la solidaridad rural, el encanto de la vida por sí misma y por sus pequeñas cosas y, por supuesto, el poder de la amistad y el amor para sacar lo mejor de las personas. Por supuesto, lo hace con muchísimo sentido del humor (ver la llegada de Lewis a su casa en el pueblo y su reacción ante la decoración, el momento en que dos vecinas escuchan la conversación del doctor con su novia o el visionado del partido de cricket por televisión) y el visionado resulta en general la mar de simpático. Además, tiene a Brendan Gleeson como protagonista, lo que siempre es una buena noticia, pues además está soberbio, divertido y profundo al mismo tiempo. Su presencia irradia fuerza y liderazgo, que es exactamente lo que necesitaba el personaje de Murray. El trabajo de Taylor Kitsch es también muy meritorio, pues sale más que airoso como actor cómico, algo que todavía no había hecho desde que saltó a la palestra. Aquí le toca bailar con la más fea, es decir, con el personaje menos logrado y chisposo, y precisamente su esfuerzo es por ello más apreciable y aplaudible.
Sin duda es demasiado larga (¿casi 110 minutos para contar esta historia?) y tampoco va a pasar a la historia como una de las grandes comedias del cine, pero sin duda merece la pena verla por el gran talento de todo su reparto (ojo a los secundarios que interpretan a los vecinos del pueblo) y por lo maja y tierna que termina resultando.
Lo mejor: Brendan Gleeson, Taylor Kitsch y lo simpática y divertida que es.
Lo peor: En modo alguno es ninguna obra maestra y no pasa de ser una cinta sencilla y entretenida de tarde de domingo.
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