domingo, 9 de marzo de 2014

300: El origen de un imperio (300: Rise of an Empire, 2014)



300: El origen de un imperio, versión Noam Murro, es digna sucesora de 300, la película de culto que Zack Snyder rodó para adaptar la novela gráfica de Frank Miller sobre la batalla de las Termópilas. El parentesco se nota. La acción es constante, la violencia es todavía más acentuada que en su predecesora, la fotografía sigue teniendo colores que denotan su origen en papel y da exactamente lo que promete, que es toneladas de entretenimiento y escenas visualmente muy atractivas. De eso es de lo que se trataba y eso es lo que es, y como tal sale vencedora. Secuencias como la de la batalla final, el prólogo o el flashback que narra el pasado de Artemisa son secuencias que merecen destacarse por su garra y potencia.
Pero que nadie espere ese algo más que tenía 300, ni la emotividad que alcanzaban muchas de sus escenas. Esta secuela no se acerca en absoluto a ese nivel, sino que apuesta más por el puro y duro entretenimiento que no por explorar los personajes, sus motivaciones y sus actos. Todo ocurre demasiado deprisa, sin dar tiempo a que los personajes piensen, y la narración transmite sensación de atropello continuamente. Así, los mejores momentos son los que entroncan directamente con lo expuesto en la película de Snyder, es decir, los protagonizados por Lena Headey (quién lo iba a decir, cuando la trama de Gorgo era sin duda lo más flojo de 300; en esta ocasión sus momentos son los únicos que aportan emotividad al conjunto), y por supuesto las escenas de una excelente Eva Green que le tiene cogida la medida a los personajes de seductora cruel (a ver si alguien se da cuenta de que es la actriz perfecta para dar vida a Arianne Martell en Juego de Tronos en las próximas temporadas).
En definitiva, una película tan correcta y estupenda para pasar el rato como necesariamente inferior a su antecesora y a otras películas recientes.

Lo mejor: Eva Green, Lena Headey y las escenas de Gorgo, el prólogo y lo entretenida que es.
Lo peor: Le falta la emoción que sí tenía 300, y Sullivan Stapleton, aunque le ponga ganas, no tiene ni de lejos el carisma necesario para llevar la película a sus espaldas (quizá por eso la protagonista es Green).

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