miércoles, 13 de julio de 2011

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. Parte 2 (Harry Potter and the Deathly Hallows, 2011)

Voy a empezar ésta, mi última crítica sobre Harry Potter, reconociendo lo evidente. No puedo ser objetiva cuando se trata de los personajes de JK Rowling.

La razón cabe encontrarla, como le sucede a millones de fans alrededor del mundo, en la conexión emocional que he establecido con la historia. El mundo de Harry Potter me ha acompañado durante 12 años de mi vida, desde que comencé el primer libro.... y hasta hoy, cuando el ciclo se cierra con Las Reliquias de la Muerte, Parte. Porque para todos aquellos que nos reconocemos fans de Harry, éstos años creciendo con la saga a muchos niveles han sido mucho, mucho más que unas novelas y sus películas. Ha sido un viaje. Un viaje maravilloso.

No puedo ser objetiva.

O tal vez sí....

Porque, gusten o no las aventuras del joven mago, debería ser innegable que David Yates, en las dos últimas películas, ha llevado a la saga a un nivel que hasta ese momento le había estado vedado. Todas las cintas precedentes, aunque eran excelentes películas de aventuras y acción, adolecían de un marcado carácter juvenil que impedía verlas como lo que eran en realidad: seis partes de una historia oscura, muy oscura, sembrada de horror y muerte. Yates, que no es un director con personalidad, y que probablemente nunca será uno de los grandes, ha llevado a Harry Potter a la liga de los clásicos del género (aunque haya quien seguro se lleve las manos a la cabeza al leer ésto). Todo en LRDLM 2 rezuma aroma de gran cine, y lo que es más importante: de creerse, al fin, que se puede hacer gran cine con esta historia (y si no me creen, atención a cómo empieza la cinta...). Sigue habiendo un poco de miedo a ir al límite con algunas escenas, pero el dramatismo de las imágenes habla por sí solo de lo que se ha conseguido con estas películas.

Por lo demás, todo sigue como siempre. Los efectos visuales dejan con la boca abierta, y junto con un extraordinario diseño de producción y fotografía, se ponen al servicio de una de las batallas más espectaculares jamás vistas en una pantalla de cine. Porque Harry Potter siempre ha sido entretenimiento puro, y ésta película no es una excepción. La novedad, si se le puede llamar así, radica en la enorme emoción o incluso emotividad que emana el conjunto, con un buen puñado de escenas que seguro arrancarán lágrimas de los ojos de muchos (muy especialmente, las muertes, el epilogo, y la secuencia, magistral, en que se descubre al fin quién es Snape...).

Y si éso es así, es en gran parte gracias a los actores. Es injusto destacar sólo a algunos, porque desde hace años la saga viene teniendo, año tras año, el mejor reparto de ese curso cinematográfico. Pero es de recibo destacar, una vez más, el enorme carisma y talento de los tres protagonistas, Daniel Radcliffe, Rupert Grint y Emma Watson. No debe ser fácil llevar sobre sus hombros el peso de una saga así, y los tres han cumplido maravillosamente. Pero por encima de todos, destaca la gran estrella (no podía ser de otra forma) de esta última función: Alan Rickman. Sólo uno de los dos o tres mejores actores del mundo habría podido interpretar un personaje tan complejo como Snape a la perfección, y Rickman lo es. Lo que hace en esta película es un regalo inmenso a todos los fans de la saga, y a las audiencias en general.
Fallos también hay, y los detallo un poco en "lo peor". Pero poco importa que la película no sea del todo perfecta. El final llegó, y ha dado todo cuanto cabía esperar, e incluso más. Ha sido un placer acompañar a Harry en su viaje, y sentir que también nosotros, a nuestro modo, pertenecemos un poco al mundo de Hogwarts.
Larga vida a Harry Potter.

Lo mejor: Todo, y muy especialmente Alan Rickman y todas las escenas en que aparece.
Lo peor: Casi nada. Se le podrían criticar algunos cambios absurdos con respecto al libro, o el en ocasiones equivocado sentido del humor, o ciertas explicaciones importantes que se han omitido, pero....

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