domingo, 30 de junio de 2013

Alacrán enamorado (2013)


Está muy vista. Pues sí.
Es predecible hasta la extenuación. Sí.
Es una especie de mezcla menos lograda, menos dramática e infinitamente menos magistral de Million Dollar Baby y American History X. Sí.
Es un intento de hacer la versión española de la excepcional película de Tony Kaye. Sí.
La denuncia social clarísima resulta menos impactante y menos trascendente de lo que pretende ser. Sí.
Pero, ¿por qué iba esto a significar que alacrán enamorado es una mala película sin nada que ofrecer?
Muy al contrario, Santiago Zannou ha filmado una película más que notable, de incluso sobresaliente. Tiene algo especial, aunque ya la hayamos visto antes muchas veces. Está rodada con energía, con pasión, con valentía y con visceralidad, que era lo que necesitaba la historia. Zannou logra además un aire muy internacional, con la ayuda de la música original y también las canciones que acompañan las imágenes. Sirva de ejemplo la secuencia del entrenamiento de Julián, con esas carreras a cámara lenta y esa batería de golpes, como ejemplo del ejercicio de estilo del realizador aragonés. La cámara es rabiosa, decidida, en consonancia con la dureza de la historia que se está contando.
Una historia, la de Julián, que tiene algo adictivo y fascinante a pesar de que, como se decía antes, resulte la mar de previsible. Está bien contada, los diálogos tienen fuerzas y se logra que transmita las emociones necesarias para disfrutar de la trama, ayudada además por un ajustado metraje que no se pasa.
Y además... qué actores tiene Zannou. Desde un excelente Hovik Keuchkerian (lo de Hispania no fue flor de un día) a un breve pero temible Javier Bardem, pasando por la grata sorpresa que es Judith Diakhate, todos están fantásticos y muy creíbles. Hay que destacar especialmente a Carlos Bardem, autor de la novela en la que se basa el filme, que se ha reservado un personaje precioso; un sorprendente Miguel Ángel Silvestre, más cabrón y aterrador que nunca (a pesar de que su personaje aparece y desaparece sin mucho motivo); y muy especialmente un soberbio Álex González que clava cada emoción de su personaje y el proceso de cambio de Julián.
Quizá si no fuera por lo olvidados que quedan personajes como Franky (¿qué pasa con él después) o el mencionado Luis, Alacrán enamorado podría llevarse un 10, porque, sin ser una obra maestra ni la película más brillante jamás vista, cumple perfectamente con sus propósitos e incluso va más allá con una narración ágil y fascinante.

Lo mejor: Los actores, sin excepción, la realización de Zannou y ese algo especial que desprende la narración.
Lo peor: Le cuesta un poquito arrancar, y algunos personajes quedan desdibujados y abandonados por el guión.

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